sábado, septiembre 03, 2005

¿Por qué hablamos tanto del discurso de Steve Jobs?

Hace unos días mencioné de nuevo el famoso discurso de Steve Jobs en la ceremonia de graduación de Stanford. Sé que el tema ya huele bastante, pero creo que a más de uno le está revolviendo por dentro, y eso debe ser por algo.

Quizás, lo que más me llama la atención de sus palabras es: “Tu vida tiene un límite, no la malgastes viviendo la de otra persona”, y esa es una verdad como un templo. En muchas ocasiones elegimos la profesión de nuestros padres o la que ellos quieren para nosotros… o tus progenitores no se sienten más orgullosos cuando dicen “Mi hijo es Consultor, y trabaja para el Ministerio de Economía” que cuando tienen que explicar que, en realidad, su hijo trabaja por cuenta propia en un garaje, reparando sistemas de alimentación de agua de piscinas o poniendo césped en chalets. Está claro que lo primero luce bastante más, pero ¿no sería más bonito decir: “mi hijo es feliz porque hace lo que quiere”? Normalmente, en esta sociedad en la que vivimos (que no es más el puro reflejo de lo que somos cada uno de nosotros, movidos por la inercia), aparentar es más que ser, y ganar se mide más en términos económicos que en las sonrisas que somos capaces de esbozar a lo largo de un día. ¿No es un poco locura esto?

Consultor Anónimo lo reflejaba muy buen en su post “Porque a ti te gusta tu trabajo, ¿no?”. Trabajar es una parte muy importante de nuestra vida, tanto en tiempo empleado en ella como en lo que a satisfacción personal se refiere, por lo que debemos ELEGIR BIEN.

De pequeños queremos ser astronautas, bomberos, policías… ¿porqué de mayores queremos ser Consultores, Directores de Marketing, Consejeros Delegados, etc.? Es evidente que a medida que vamos creciendo perdemos la inocencia y la idealización de determinadas cosas y personas, pero, ¿hasta qué punto esa pérdida del ideal es sana? ¿hasta qué punto esa pérdida no refleja más que lo que los otros desean y se convierte en un “pues yo más”? Quizás debería convertirse en un “pues yo a lo mío”…

Hace unos días comentaba con un amigo, mientras estábamos tumbados en la playa tomado el sol, que quizás Botín era un tío feliz, más que por el dinero que tenía porque él hacía lo que le gustaba: acaparar poder y hacer crecer su empresa, y que ese ideal no tiene porqué ser compartido por todos. No todos estamos hechos del mismo material.

Otro amigo me contó hace algunos años una curiosa anécdota. Él vivía con su hermana (que estaba haciendo un doctorado en Filosofía) en Madrid, y un día tuvieron que llamar a un fontanero. Mientras estaba arreglando lo que fuera comenzó a charlar con ellos sobre filosofía, y el hombre tenía un nivel bastante impresionante. Por lo visto les dijo algo así: “No, si a mí lo que me gusta es la Filosofía: leer, estudiar… Pero como de eso no puedo vivir, me dedico a hacer unas horas al día de fontanero y así puedo disfrutar del resto del día (que me sobra bastante) para hacer lo que me gusta”. Esa me parece una sabia elección: si tu obligación excede en mucho a tu devoción, entonces tienes un problema…

Otro ejemplo que se puede encontrar, esta vez en la blogosfera, es el de Julio Alonso, que citaba un post de Jason Calacanis (cabeza de Weblogs Inc.), en el que comentaba que él podía ganar más dinero trabajando de consultor que emprendiendo con Weblogs SL, pero que entonces no sería tan feliz haciendo lo que hace.

Probablemente tendría que terminar es post diciendo "haz lo que te digo y no lo que hago"...

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10 comentarios:

FPC dijo...

Gran tema... y antiguo, por lo demás, pero de actualidad.

Sólo quiero aportar un par de comentarios, con ánimo constructivo.

Lo de los jardineros está bien visto según su tarea: no es lo mismo "poner céspedes" que "diseñar". De modo que, como en todo, muchos buscan un modo de decir lo mismo de manera diferente. Lo que me sorprende es que los más jóvenes se preocupen por ello cuando en realidad, en tantos otros aspectos de su vida, se comportan muy autónomamente. ¿Aparte de la respetabilidad de cada profesión, tarea u oficio, no habrá una consideración económica que también complemente la social? No conozco a ningún Botín de la jardinería... los gerentes de grandes empresas de servicios con ramificaciones jardineras son otra cosa...

Y en cuanto a Botín: debe de ser feliz, aunque, en frase hecha, no le arriendo la ganancia. Y seguramente es verdad que hace lo que le gusta. Pero también: no somos iguales y cada cual debe poder elegir. Pero en un mundo perfecto (¿por qué pensar en los imperfectos?) nadie debería poder hacer lo de Botín: o mejor, a nadie le gustaría hacer lo de Botín, a saber, especular cada vez más sin saber qué vidas, qué trabajos, qué sueños de otros (no los suyos, claro) se han quedado atrás por OPAS, envites empresariales, cartera de resultados y más... Eso en un mundo perfecto: nadie sería tan deforme (recuérdese, perfección) como para dedicarse a esas cosas. En un mundo realista, pero lejano, ciertas especulaciones desaforadas del capitalismo, ciertas fortunas desmedidas, cierto PODER no electo y democrático ni sometido a la revisión periódica de la ciudadanía (y no sólo de la Junta de Accionistas, que ya sabemos en qué se queda) no existiría no por malo, ni perverso, ni nada: sino sencillamente porque los ciudadanos no aceptarían un poder casi omnímodo y alienante. Ojo, que ya veo alguna de las pegas que pueden ponérseme: los mundos perfectos no contienen desigualdades, no porque a mí me lo parezca, sino porque son perfectos. Podríamos pensar en distintos trabajos o maneras de ganarse la vida, pero no (so pena de no cumplir la condición de perfección) de que muriera gente por hambre debido a un mal reparto de la riqueza. Luego no podría haber especuladores si hubiera justicia distributiva).

Ahora que se habla tanto de "bioética" yo propongo el palabro o neologismo "econoética" (para los angloparlantes "econoethics") con el fin de que se estudie, por los profesionales de la ética y de la economía, algo más que un código de buenas prácticas o de buena conducta en relación con los clientes (que también sabemos en qué quedan). Cuando Gonzalo recordaba no hace mucho aquello del 80-20 (que no pasa de ser un concepto oportunista porque no todo se comporta así, como bien saben los matemáticos, recuérdense las campanas de Gauss y otros modelos de distribución estadística) me hizo pensar en que el reparto mundial de la riqueza, por países o por zonas, por continentes o por clases sociales, por colores o por sexos, no parece ajustarse a ese 80-20. En algunos casos más bien parece acercarse al 90-10 o más. Sin importar cuánto sea en realidad, la desproporción es evidente: ahí debería surtirnos de estrategias, de límites, de estímulos, de posibilidades distintas a las actuales, esa presunta "econoética" que espero que no tarde en llegar. Me satisfaría saber que ya se ha inventado aunque me defraudaría mucho que su falta de resultados fuera tal que ni siquiera me hubieran llegado noticias de ella.

Y por último: las verdades son "como un templo" o "como una casa". No tengo a mano el diccionario de uso ni el María Moliner y no sé de dónde procede la expresión, pero no es "témpano". Ignoro por dónde van los tiros pero parece que se refiere al tamaño y a la presencia evidente. Así que si el témpano es como el iceberg del Titanic, bien podríamos decir que algunas verdades sono como "témpanos", aunque a mí, más bien me dejara frío. :-)

Saludos y ánimo con el blog, que es estimulante.

Gonzalo G. Cotorruelo dijo...

FPC, encantado de recibir tu comentario. Que sepas que inaugura el nuevo curso, porque hacía bastante tiempo que nadie comentaba.

Lo de la verdad como un “témpano” ya lo he cambiado… no me extraña que te haya dejado frío. Por lo visto soy el tercero en cometer ese error en Internet… igual entro en el selecto club del “candelabro” ;-)

No creo que los gerentes de las grandes empresas que tienen que ver con la jardinería sean muy diferentes de Botín en lo que a amasar ingresos se refiere. Desde luego, si una empresa cotiza en bolsa, su responsabilidad es la de dar la máxima rentabilidad a sus accionistas (y como el primer ejecutivo suele ser uno de ellos, pues también se la debe a él mismo). Otra cosa diferente es que se disfrute con ello: alguno sí y otros no.
Las formas, las decisiones y las implicaciones sociales de las mismas son otro cantar, pero al fin y al cabo son un reflejo bastante humano (que no humanista). Es fácil verlo en nuestro comportamiento de cada día ¿O acaso pensamos siempre en los demás y los anteponemos a nosotros mismos antes de hacer las cosas que hacemos? Y todo lo que hacemos tiene consecuencias para los demás.

A nadie le gusta que una empresa haga una reducción drástica de personal, pero los consumidores no las castigamos cuando las hacen. A nadie le gusta que una empresa exija a sus empleados que trabajen 20 horas al día, y seguimos comprando prendas de vestir hechas en China. A nadie le gusta que se haga una guerra en Irak con el objetivo de conseguir más control sobre el petróleo, pero nos quejamos (y además muy alto) cuando sube en precio de la gasolina, el diesel y de todo lo que se obtiene, fabrica o trasporta con petróleo. Aquí no hay unos culpables conspiradores hegemónicos, ese tipo de comportamientos los fomentamos todos.

Lo que comentas sobre la “econoética” me parece muy interesante. Desde finales del siglo XIX existe un concepto que va por ahí: la Responsabilidad Social Corporativa. Aunque hay muchas opiniones al respecto y su definición no está clara tiene bastante que ver con lo que comentas. Aunque la dura realidad empresarial la está convirtiendo en Marketing Social, es decir, “Qué hay que comunicar a la sociedad que estamos haciendo por ella para que nos compren más cosas a nosotros”. Eso es mejor que nada, pero desde luego que no es una solución.

Respecto a lo del 80-20, estoy de acuerdo en que no es una realidad universal inmutable, pero muchas cosas se rigen por ella. Lo que a mí me parece interesante es que acciones muy concretas pueden conseguir grandes cambios. No es que siempre el 20% de algo tenga el 80% de algo, el porcentaje puede cambiar, pero normalmente la variación no pasa del ± 15%.

Muchas gracias por tu comentario… y no hace falta que avises sobre que vas a hacer un comentario constructivo, aquí vale todo (menos el spam y la mala educación ;-))

ClawGrip dijo...

Gonzalo, mucho me temo que la juventud (instituto) media evita el esfuerzo aunque esto le suponga renunciar a un futuro mejor y a la profesión que realmente desean. Desgraciadamente, el comentario que hizo cierto alto cargo de la federación española de atletismo tras el fracaso en el último mundial de que los jovenes prefieren el botellón al sufrimiento de la pista de atletismo es tristemente cierto.
Por si fuese poco los padres de hoy tampoco ven que sus hijos deban esforzarse, por lo que no solo les animan (u obligan) a estudiar, sino que van a quejarse a los colegios porque a sus niños les ponen "demasiados" deberes.
Dado este panorama... ¿Qué importa lo que de niño uno sueñe con ser de mayor? Ser astronauta requiere mil sacrificios, al igual que bombero o policía (oposiciones).
¿Y director de marketing, no requiere sacrificios? Evidentemente sí, pero la relación motivante-esfuerzo es más favorable, siendo en este caso el sueldfo el único motivante.
Sin duda el panorama es desalentador...

Gonzalo G. Cotorruelo dijo...

Clawgrip, gracias por tu comentario.
La frase que mencionas... efectivamente, se trata de un tema bastante trite... pero los sueño, en muchas ocasiones son la motivación para hacer sacrificios y saltarse esa inercia social de la que hablas.

Unknown dijo...

Muy interesante.
A mi también me ronda por la cabeza este tema desde hace unos años. Pienso que debe ser una etapa por la que pasamos todo el mundo en determinado momento de nuestra vida. Miramos atras, miramos a nuesro alrededor, y nos cuestionamos lo cerca o lejos que está nuestra vida del lugar donde querríamos que estuviese.

En mi opinión los aspectos que más valoramos para sentirnos felices son el poder y la admiración de los demás.
El hecho de tener dinero es desde luego una de las herramientas mas útiles para conseguir poder y admiración, pero se puede caer fácilmente en la trampa de confundir la herramienta con la meta. Y malgastar la vida en intentar "tener" olvidandonos de "ser" y de disfrutar de la vida.

Creo que lo más importante es dar sentido a la vida marcándose metas razonables, luchar por ellas y conseguir realizarlas. Pero es difícil ser felíz buscando metas inalcanzables, como "ser el más poderoso" o "tener más que nadie".

Gonzalo G. Cotorruelo dijo...

Estoy de acuerdo, valoramos mucho el poder y la admiración. Es curioso el carácter de cada uno de ellos:

- La admiración es la percepción (más desde lejos que desde cerca) de lo que somos.
- El poder es la capacidad para obtener cosas de los demás.

¿no están ambos más dentrados en los demás que en nosotros mismos? ¿no es eso precisamente por lo que queremos hacer cosas, que aunque no nos gusten, nos dan admiración y poder? ¿quién nos admira en tal caso... alguien que quiere lo mismo?... parece un círculo vicioso ;-)

Anónimo dijo...

Me parece este un tema muy interesante pero también peligroso porque puede resultar posiblemente desmoralizador, llevo ya unos meses (sino años) planteándome este dilema (lo suficiente como para haberle puesto el nombre de “pérdida de la segunda virginidad” o “virginidad emocional”) y la verdad es que no puedo decir que haya llegado a conclusiones positivas.
Creo que muchas veces la posibilidad de que puedas ser feliz en tu trabajo depende de tal cantidad de factores, decisiones en general, que has tomado a lo largo de tu vida, muchas de ellas de una trascendencia imprevisible en el momento de tomarlas, que en muchos casos no es imputable al individuo ser infeliz (o mejor no feliz) con el trabajo que desempeña.
No olvidemos en que llega un momento (y este momento termina llegando siempre para individuos de clase social de media-alta para abajo) de no retorno en el que las relaciones de dependencia que se han desarrollado a tu alrededor te impiden volver atrás (un nuevo comienzo) me refiero a mujer / marido, hijos, hipotecas, familiares, etc...
Desde mi punto de vista, tampoco debemos olvidar que para toda meta (vale, puede que no para todas) existe una edad límite (ejemplo sencillo, no podemos pretender convertirnos en atletas de elite con más de 30 años) por tanto a medida que envejecemos también se reduce nuestro abanico de posibilidades de realización (por ejemplo, laboral) (será por eso que entristece envejecer).
Por eso yo, particularmente, me empeño más en adaptar mis metas a mis posibilidades que en soñar con alcanzarlas, en realidad el resultado es el mismo (alcanzar metas) la diferencia esta en que en lugar de ir Mahoma a la montaña, es la montaña la que viene a nosotros.
Volviendo a un aspecto más mundano creo que en la situación actual de la sociedad española es muy difícil conseguir lo que dice tanto Steve Jobs como Julio Alonso, por una parte el paro impide una actitud dinámica frente al puesto de trabajo (si no me gusta me voy), por otra factores como el precio de la vivienda (y relacionado con el paro, los niveles salariales) te atan a situaciones en las que más que pensar en realizarte piensas en sobrevivir (emocionalmente me refiero).
En fin que desde mi punto de vista, España es un país económicamente desarrollado pero socialmente (emocionalmente) en vías de desarrollo, y esta es la época en la que nos ha tocado vivir, por ello, no soy feliz en mi trabajo, no creo que vaya a llegar a serlo, pero espero ser feliz en mi vida privada (en eso mi mujer es de gran ayuda) (Perdón por el tono de denuncia social).
Por cierto, como es mi primer comentario permíteme que te felicite por el blog.

Anónimo dijo...

Es un excelente tema, yo hace unos días escribí un post en mi blog considerando que el entusiasmo por lo que se hace es una de las mejores cosas que le pueden suceder a una persona y que puede hacerle llegar muy lejos. Realmente, cuando una persona hace lo que le gusta y vive gracias a ello cuenta con un gran don.

Gonzalo G. Cotorruelo dijo...

r, me parece interesante ese concepto de segunda pérdida de la virginidad. Estoy de acuerdo contigo en que es comlicado vencer a la incercia, pero, desde mi punto de vista hay que intentarlo. A veces las cosas son algo más sencillas de lo que parecen a priori... otras no, pero compensa.
Has sacado un tema interesante con lo de Mahoma: disfrutar lo que tienes es una de las cosas más importantes. Esa me parece una meta importante: saber disfrutar... ese sí es un gran logro.
En lo que no estoy del todo de acuerdo es en lo de que es culpa de la situación económica/social el hecho de que no podamos apuntar a un trabajo que nos guste. Cada vez más gente lo hace, y creo que el paro es más un impulsor que un impedimento.
Muchas gracias por tu comentario y tu felicitación ;-)


Atlante, muchas gracias por pasarte por aquí. Déjanos un link, si puedes de tu post sobre el tema. Muy de acuerdo sobre lo que dices se que es un gran privilegio ganarse la vida con algo de lo que disfrutas.

Anónimo dijo...

Si te interessa, tenemos esta compagnia: www.econoetica.com



Luca Foresti