miércoles, febrero 15, 2006

Regala una tabla sumeria por San Valentín

Para crear acciones de marketing ganadoras no hace falta tener un producto del futuro, basta con ser un poco ingeniosos, y eso es lo que ha conseguido una compañía turca que vende camisetas.

Hace no demasiado tiempo, se descubrió el que se cree que es el poema de amor más antiguo de la historia, escrito en una tabla sumeria de más de 4.000 años de antigüedad, y en la que una sacerdotisa le declaraba su amor de una forma bastante picante al rey. Este curioso hallazgo pasó sin pena ni gloria por diferentes medios, y quedó expuesto en un rincón del Museo del Antiguo Oriente de Estambul.

Pero estar aparcado en un rincón no ha sido un problema, ya que esta compañía turca llamada Bisse decidió crear una réplica de la tabla con el poema y venderla en el día de San Valentín. Para promocionarla, regaló estampitas con el texto del poema, y al parecer ha sido todo un éxito. Se ha convertido en el regalo de moda, Bisse ha ganado un buen dinero, ha hecho una excelente promoción de su marca, y además el interés por ir a ver dicha pieza al museo ha crecido enormemente.

Lo más curioso del tema es que este regalo puede resultar muy atractivo incluso a personas que jamás han regalado nada por San Valentín.

¿Quién dijo que esta fecha estaba reservada para los románticos más tradicionales?


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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen harrazgo. Está visto que el amor mueve, no sólo los bolsillos de unos a otros sino el mundo. Vivir y saber querer, amar, sin otra compartatida que la reciprocidad,- que es muchísimo- es lo más importante para poder descansar y compartir los acontecimientos que, diariamente, nos hacen crecer en nuestro caminar por este mundo. La historia se compone de ciclos: ahora el culto al cuerpo, ahora al alma. Espiritualidad y materialismo. Es necesario preguntarnos cuando llegamos a casa después de una jornada laboral agotadora, qué es lo que realmente merece la pena?, para mi-y seguro que para muchas personas: un hombro en el que poder descansar.

Gonzalo G. Cotorruelo dijo...

Anómino, muchas gracias por tu comentario.